Al mando de la Federación Francesa de Tenis (FFT), Philippe Chatrier elevó al por entonces denominado “deporte blanco” a un estatus superior: el del show business. Su influencia se dio como dirigente y no como tenista. Por veinte años, desde 1973, ordenó y protegió los intereses de la FFT. Por caso, cuando asumió había alrededor de 224.000 jugadores locales registrados, cifra que creció a más de 1.350.000 durante su gestión.

Su misión fue tan importante porque cambió la forma de ejercer la dirigencia. Mientras sus antecesores apenas se encargaban de administrar y regular su deporte, con Chatrier aparecieron los derechos de televisión, los patrocinios de multinacionales o conversaciones con representantes y agentes de los grandes tenistas del momento. Chatrier no hizo más que imitar o tomar el ejemplo de lo que ya estaba haciéndose en Estados Unidos. Es decir, unió deporte y marketing para darle un toque mercantilista y globalizado. Por eso fue un adelantado a su época. Mientas en Europa la industria deportiva actuaba de manera cancina, casi reticente, Chatrier elevó al tenis francés a otra dimensión.

Este francés nacido 2 de febrero de 1928 en Creteil en el seno de una familia de clase media, Philippe Georges Yves Chatrier, su nombre completo, a los 6 años empezó a hacer deportes. Pero su admiración por René Lacoste, Jean Borotra, Henri Cochet y Jacques Brugnon, los legendarios y exitosos Mosqueteros del tenis francés, lo hicieon inclinarse por el tenis. En 1945 ganó el Campeonato Junior de Francia y dos años después debutó en Roland Garros perdiendo en primera ronda. Jugó hasta 1958, con un total de 61 torneos, 19 de ellos de Grand Slam, ganó Cannes 1950 y llegó al sexto lugar del ranking francés en 1952.

Noah, proyecto del tenis francés que se convirtió en campeón de Roland Garros en 1983 (Getty)

Noah, proyecto del tenis francés que se convirtió en campeón de Roland Garros en 1983 (Getty)

Periodista de profesión, Chatrier fue jefe de deportes de París-Presse, pero en 1953 fundó la revista Tennis de France que marcó una nueva manera de contar el deporte que tanto lo apasionaba. Tanto que, entre 1969 y 1972, fue capitán del equipo de Copa Davis en el que destacaban Georges Goven, François Jaufret, Jean-Baptiste Chanfreau, Patrice Beust y Contet. Renunció al cargo en 1973 para erigirse como Vicepresidente de la FFT. Un año después, por unanimidad, Chatrier fue ungido presidente bajo la premisa de potenciar la gran competición y su cobertura mediática, aumentar el número de jugadores licencia y llevar a cabo una reorganización interna de la Federación ya que adolecía de cánones casi arcaicos.

Visionario como pocos, Chatrier sabía que tenía en Roland Garros un talismán al que debía esculpir y tallar para darle el brillo que, a su entender, se merecía el torneo sobre polvo de ladrillo más importante del mundo. Y no se equivocó ya que quería que estuviera a la altura de Wimbledon y el US Open. Para eso decidió ampliarlas instalaciones para conseguir una extensión de ocho hectáreas. Pero su gran paso fue propiciar la unidad con Wimbledon, US Open y Australia Open para que los cuatro grandes torneos fueran el engranaje central que controlara al tenis profesional. Tanto hizo que, en 1979, accedió al cargo de presidente de la Federación Internacional de Tenis (ITF).

En lo interno, condujo innumerables reuniones para convencer a las distintas gobernaciones y municipios para que construyeran canchas. No hizo más que ampliar la base de la pirámide con canchas a las que accedieron personas que antes no tenían oportunidad de agarrar una raqueta. En este plan de desarrollo impulsó el aumento y sostén de entrenadores para llevar el tenis a todos los rincones de su país. Fue tan extensa la colonización que impulsó que en menos de un lustro, la FFT tenía a 150 empleados. En este camino, en 1971, conoció a un joven de 11 años que ya se apreciaba como un talento: Yannick Noah. Arthur Ashe, ex número uno del mundo y ganador de tres Grand Slam, vio al joven Noah jugar en una visita a Camerún y se lo presentó a Chatrier quien, con su mirada integral, lo inscribió en el programa de desarrollo francés. En 1983, Noah se convirtió en el primer campeón local del Roland Garros, desde el título de Marcel Bernard en 1946. Ocho años después fue el gran conductor de Francia al título de la Copa Davis, acabando con una sequía de 59 años.

Chatrieer, en su época de jugador de tenis (Getty)

Chatrieer, en su época de jugador de tenis (Getty)

Conocedor del mundo de los deportes y adepto al movimiento olímpico, pues había descubierto los Juegos Olímpicos en Melbourne 1956, llevó adelante una lucha interna al seno del Comité Olímpico Internacional para hacer que el tenis volviera ser parte del programa olímpico. Lo hizo en tándem con Juan Antonio Samaranch y, para Los Angeles 1984, logró su cometido y en Seúl 1988 regresó al programa oficial de los Juegos.

En 1992, Chatrier fue reconocido y ponderado por el International Tennis Hall of Fame. Y un año después, cansado de tanto trajín, dejó su cargo en la FFT y, poco a poco, se fue apagando por padecer Alzheimer hasta que falleció el 22 de junio de 2000 en Dinard, la villa deportiva que fue cuna del tenis francés. Y desde 2001, la cancha central lleva su nombre en su honor y tiene una capacidad para poco más de 15.000 personas.