Tanto su padre como su madre le inculcaron el amor por el puesto. Incluso su abuelo fue más allá y le enseñó a hacer las primeras grandes atajadas que hizo de chico. Acaso, justamente, aquellas que forjaron su estilo y su manera de concebir el puesto más lejano y más cercano a una pelota de fútbol dentro de cualquier campo de juego. En rigor, Alisson Becker atajó siempre. O casi, claro. Su papá, José Becker (fallecido hace poco más de un año tras ahogarse en un lago cercano a su casa de campo en el sur de Brasil) fue un arquero de fútbol en Ligas amateurs, y su mamá, Magali Lino de Souza, de handball. Y su abuelo atajó en los años ´40 y ´50.

De chico siempre atajó Becker. Primero, revolcándose en su casa natal, en Novo Hamburgo, Brasil, donde nació el 2 de octubre de 1992. Luego, a partir de los 10 años, en el Inter de Porto Alegre. Equipos en el que se inició y debió sobreponerse para no claudicar en su sueño de atajar. De hecho, sus entrenadores y sus compañeros de categoría veían su talento pero algo parecía no funcionar. Su crecimiento era lento, tardío y hasta problemático para practicar deporte de alto rendimiento en un futuro. "Él no era el biotipo que nosotros recomendaríamos. Alisson era bastante gordo, no había la menor indicación de que en el futuro surgiera un jugador de fútbol", admitió en su momento Mario Cassel, director del programa de desarrollo de jóvenes talentos del club. Y Daniel Pavan, su primer formador en el puesto de arquero, fue más allá, en una nota con el diario The Sun: “Cuando comenzó tenía una maduración más lenta que los demás chicos, eso le hacía ser más bajo y con más peso que el resto. Todo esto le provocó que le costara ganarse un puesto en el equipo titular y terminaba en el banco en muchos partidos".

En esa etapa, sus padres creían que no tenía futuro y, por eso, lo instaron a dejar el fútbol. Pero el joven Alisson, con 15 años, se plantó ante sus padres y sostuvo con firmeza sus razones. Alisson quería lo mismo que su hermano mayor, Muriel Gustavo, arquero seis años mayor que él. Había algo que lo hacía pensar que ellos estaban equivocados. Su pasión y dedicación eran tan grandes que el propio Pavan, en 2002, terció ante José y Magali. “Trabajé para convencerlos de que Alisson iba aún a crecer más y tendría un gran futuro como arquero. Gracias a Dios, ellos (sus padres) me escucharon. Un año después creció 16,51 centímetros”, dijo Pavan, quien hoy es uno de los mejores amigos de Becker, cuya envergadura es de 1,91 metros y 90 kilos.

 

Con la maduración y el crecimiento de Becker su confianza aumentó. Y con eso, claro, a los 16 años, logró su primera convocatoria para sumarse a la Sub 17 de Brasil. En 2011, Alisson Becker ya integraba el equipo U20 de Inter. Y dos años después, en 2013, se catapultaba a la Primera para debutar, el 17 de febrero, ante Cruzeiro, en reemplazo de su hermano, quien era en esos tiempos el arquero titular. Un año después, Dida llegó a Inter y se imponía ante Alisson una nueva meta, un nuevo desafío. Oficiar de arquero suplente del campeón del mundo con Brasil en 2002 y figura relevante del Milan italiano. Sus rendimientos fueron tan buenos que poco a poco se fue ganando un lugar para destronar finalmente a Dida.

Sus actuaciones se hicieron cada vez más sólidas y con ellas, la mirada desde Europa no tardó en llegar. En 2016 emigró a Europa porque la Roma desembolsó 8 millones de euros por sus servicios. Con 23 años, Alisson no se amilanó y se dedicó a mejorar para desbancar al polaco Wojciech Szczęsny. En apenas una temporada, Becker se ganó el puesto. Sin estridencias, Becker dio un paso más. Pero fue uno enorme. En 2018, Liverpool pagó 75 millones de euros para convertir a Becker en el arquero más caro de la historia. Un cetro que Kepa Arrizabalaga superó cuando pasó de Athletic de Bilbao a Chelsea por 80 millones de euros.

Más allá de los euros o dólares, Becker arribó a Liverpool para reemplazar a Loris Karius, uno de los (lamentablemente) grandes responsables de la derrota de los Reds ante Real Madrid en la final de la Champions League 2018 por 3 a 1.

El tiempo le dio la razón a Alisson Becker. Contra los pronósticos que recibió de chico, incluso contra lo que creían o pensaban sus padres, impuso su deseo. Tanto es así que Roberto Negrisolo, exentrenador de arqueros de Roma, dijo que era “un fenómeno que puede marcar una era, me recuerda a Dino Zoff”. O más aún, Claudio Taffarel, campeón del mundo en 1994, lo definió como “el Pelé de los arqueros”. Tan grande se ha hecho y tan alto ha llegado que la actriz Jessie Cave, quien interpretó a Lavender Brown en las últimas tres películas de la zaga de Harry Potter, se inspiró en el arquero brasileño de la Premier League para bautizar a su cuarto hijo como Becker. Cave es fanática del Liverpool. "Bienvenido Becker Brown. Gracias a la UCLH. Gracias a las parteras Amy y Emi-Lou. Gracias a Alisson Becker”, publicaron tanto Cave como su esposo Jan Ravens. Alisson respondió la publicación con un divertido comentario: "Me encantó el nombre. ¡Felicidades! ¡Que el bien bendiga a su familia!".

Los números de Alisson Becker

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